Las Prácticas de las Familias

El estudio identificó que la compra directa, sin intermediación entre productores y consumidores de alimentos, está asociada con dietas más saludables. Este resultado concuerda con estudios realizados en contextos muy diferentes.

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Los estudios de heterogeneidad en cuanto a la adquisición, preparación y degustación de alimentos a nivel familiar identificaron seis patrones dominantes de consumidores:

  • consumidores responsables: Con tendencia a tener mejores ingresos, mejor acceso a la educación que el resto de la población y realizan compras en mercados agroecológicos. Se encuentran en Quito, la ciudad capital.
  • consumidores tradicionales y los compradores directos: Compran, preparan y comen granos integrales, frutas y verduras en su dieta. Mientras que los  primeros compran en mercados de reventa anónimos, los segundos, lo hacen, en mayor medida, directamente a los productores.
  • consumidores modernos: Formada por los adultos jóvenes con acceso a educación, entre 19-49 años de edad, distribuidos uniformemente en los tres sitios de investigación y que se alimentan de una cantidad desproporcionada de sales, azúcares y productos altamente procesados.
  • consumidores marginales: Formada por poblaciones económicamente pobres y vulnerables, en particular los ancianos (50% mayores de 60 años). Consumen  dietas mixtas y que no están bien informados de la existencia de mercados agroecológicos o políticas públicas que favorecen la alimentación saludable.
  • consumidores alternativos: Fueron activos en las redes de alimentos alternativos de Riobamba, pero esta actividad no se reflejó en la dieta de su familia.

El uso del semáforo nutricional entre diferentes tipos de consumidores

El semáforo nutricional ha sido un éxito  para informar, a la mayor parte de la población, sobre los riesgos relativos a la sal, el azúcar y las grasas contenidas en productos procesados (89% lo conoce y 62% lo usa). Sin embargo, su uso es más efectivo cuando va de la mano  del interés o la necesidad de lograr una dieta saludable. Los consumidores responsables y los alternativos están más informados sobre el semáforo nutricional. Los consumidores modernos en cambio, al no conocer y no usar el semáforo nutricional, tienen una frecuencia cinco veces mayor de consumo de bebidas azucaradas que quienes sí lo usan. En resumen,  para cuidar la salud es mejor consumir alimentos frescos que No tienen semáforo.

El semáforo nutricional ha sido una herramienta importante para fortalecer el consumo responsable, por lo que sugerimos que se mantenga y se continúe mejorando para aumentar su uso. Por ejemplo, aún se requiere que la población comprenda mejor el significado de los colores.  Los consumidores tradicionales, los de compra directa o los de escasos recursos, al ser grupos de mayor edad, no consumen muchos productos procesados o ultraprocesados que son los que tienen semáforo. Eso explica por qué el conocimiento del semáforo fue bajo en estos grupos.

Compras directas, agroecológicas y consumo de granos andinos

Encontramos que los consumidores responsables y alternativos así como los consumidores tradicionales y los de mercados directos son los que aún consumen chocho, quinua y amaranto (en ese orden de importancia).  Sin embargo, los consumidores responsables los consumen con más frecuencia debido a que principalmente compran en mercados agroecológicos en donde se promueven activamente y con precios más bajos que los de los otros establecimientos. En resumen, quienes más consumen granos andinos estuvieron en el grupo de consumidores de mercados agroecológicos en Quito y los consumidores de mercados directos en Ibarra.

El consumo de alimentos sanos por las familias rurales

Las familias agroecológicas no solo apoyan el bienestar ambiental a través de sus prácticas de producción, sino que también tienen dietas más saludables en un contexto adverso. El entorno social de la agroecología promueve siembras diversificadas y  participación en la economía social y solidaria, que mejoran el acceso a alimentos diversos y nutritivos.

En cuanto a la fuente de calorías de las dietas, las productoras agroecológicas consumen un 31% de sus calorías de su cosecha propia, mientras que sus pares convencionales consumen tan solo 16%. De manera parecida, las productoras agroecológicas consumen un 24% de sus calorías de la economía social y solidaria, es decir, a través de la compra directa o del trueque, mientras que sus pares convencionales consumen tan solo 13% de esta fuente. En cambio, las productoras convencionales consiguen la mayoría (70%) de sus calorías de mercados convencionales (mercados populares, supermercados, tiendas, etc.) mientras que las productoras agroecológicas se abastecen de menos de la mitad (46%) de sus calorías de estas fuentes. La tendencia de los alimentos de producción propia y de economía solidaria es a tener más alta concentración de vitaminas y minerales que los alimentos de los mercados convencionales, por lo tanto, son fuentes de una alimentación más sana. Estas diferencias se reflejan en índices nutricionales de la dieta, los cuales demuestran que las dietas de las familias agroecológicas son más nutricionales.

Los productos tradicionales ancestrales forman una parte importante de estas dietas sanas. Se observó que las productoras agroecológicas consumen y producen más productos tradicionales, y los consumen con más frecuencia. Además, los espacios de la agroecología promueven el rescate de productos ancestrales como el amaranto, la mashua, la oca y la jícama. Las productoras que consumen más productos tradicionales tienden a tener más diversidad de nutrientes en su alimentación, independientemente de si  son productoras agroecológicas o convencionales.

Al parecer, con la agroecología y el consumo responsable se puede comer más sano y con menos dinero. Mientras las productoras convencionales tienen una dieta menos diversa y gastan ⅓ de sus ingresos en alimentos, las  practican la agroecología gastan sólo ¼ de sus ingresos y su dieta es más variada. Se puede concluir que la agroecología promueve dietas nutritivas, soberanas y con conciencia cultural, es decir, mejora el conocimiento sobre la alimentación sana.

Para más información:
Para información sobre la campaña nacional de consumo responsable: https://www.quericoes.org
Arce, A, S. Sherwood, and M. Paredes. 2015. Repositioning Food Sovereignty: between Ecuadorian nationalist and Cosmopolitan Politics. Ch.8. in: Amy Trauger (ed.). Food Sovereignty in Geographical Context: Discourse, Politics and Practice in Place. Routledge Studies in Food, Society and Environment. London and New York, pp. 125-142.

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