
En el bullicioso mundo de la alimentación ultra procesada las grasas trans son un ingrediente descubierto por la industria del siglo pasado, quienes lograron añadir hidrógeno a los aceites y grasas (lo que se conoce como hidrogenación). Producto de la hidrogenación tenemos grasas sólidas o semisólidas, éstas son las grasas trans o ácidos grasos trans.
Las grasas trans de producción industrial no tienen ningún efecto benéfico para la salud. Sin embargo, son utilizadas para hacer productos comestibles que tienen mayor duración en la percha, pero que enferman quienes las consumen. Por esto es importante que el Estado regule y legisle con normativas que protejan a la ciudadanía. La eliminación de grasas trans de producción industrial de la dieta ha demostrado que es una estrategia altamente costo-efectiva para la prevención de enfermedades cardiovasculares [6]. Así lo explica la abogada María Florencia Leiva.
Recomendaciones de la OMS y OPS
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomiendan la adopción de marcos regulatorios que combinen dos políticas clave:
- Eliminar o reducir el contenido de AGT-PI a un máximo del 2% del contenido total de grasas en todos los productos alimenticios.
- Prohibir la producción y el uso de aceites parcialmente hidrogenados (APH) en la industria alimentaria.
Este enfoque combinado en el que se prohíben los APH facilita el cumplimiento de la ley y, al mismo tiempo, limita la cantidad máxima de AGT-PI en aceites de mala calidad. Adicionalmente, según la recomendación de la OMS, se enfatiza la necesidad de utilizar reemplazos de alimentos que contengan grasas saludables que se encuentran por ejemplo en:
- Frutos secos: nueces, almendra, avellana, maní, pepas de sambo y zapallo
- Leguminosas: chochos, garbanzo
- Semillas: chía, ajonjolí
- Aguacate
- Cereales: quinua y amaranto
- Aceites polinsaturados: oliva, girasol
- Pescado de aguas frías: trucha, sardina, atún, bacalao
Por más corazones libres de grasas trans

La información es poder. Ahora que conoces los peligros de las grasas trans, puedes tomar decisiones más informadas para proteger tu salud cardiovascular. Lee las etiquetas de los alimentos, prioriza opciones frescas y naturales, y exige a las autoridades políticas y regulaciones efectivas para eliminar estas grasas dañinas de nuestra cadena alimentaria. Tu corazón te lo agradecerá.
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